EL RINCÓN DEL VAGO

por Cristóbal Bellolio (publicada en Las Últimas Noticias del 10 de septiembre de 2017)

Cuarenta diputados pagaron un total de 169 millones de pesos en asesorías e informes que básicamente copiaron y pegaron información que está disponible en la web. Es decir, los bien pagados asesores no solo fueron flojos en crear valor agregado, sino que además violaron algunos códigos éticos –y quizás legales- de la propiedad intelectual. No hay pecado en citar lo que otros han escrito. Basta con señalar de dónde proviene la información. Lo demás es plagio. Estudiantes reprueban sus ramos y las universidades activan causal de eliminación por esta razón. Esto sin mencionar que varias asesorías auditadas presentan un contenido de nivel escolar.

Hay dos hipótesis al respecto. La primera es que los congresistas afectados no conocían los vicios metodológicos de sus asesores. Es decir, fueron descuidados o negligentes. Le dieron más importancia a la afinidad ideológica que a examinar la rigurosidad profesional de sus colaboradores. La segunda es que los congresistas sabían que el trabajo solicitado era de pobre calidad o derechamente plagiado pero aquello nunca fue realmente relevante: lo importante era contar con un mecanismo para financiar a los amigos y los cercanos. Es decir, obraron de mala fe con dineros públicos. En una de esas, la plata volvía a manos de los mandantes. La fiscalía investiga si existieron triangulaciones truchas.

Nuestros legisladores han tratado de justificarse. Por ejemplo, Osvaldo Andrade dijo que le daba lo mismo si los informes eran copiados mientras fueran útiles. Desde el Senado han acusado a la fiscalía de extralimitarse en su afán persecutorio. No quieren entregar los informes solicitados, en circunstancias que han sido pagados con plata de todos los chilenos y debieran ser documentos públicos.

Dada la reacción corporativa de los acusados –entre los que se incluye el candidato Guillier, que va de tumbo en tumbo- los anuncios de reforma deben ser recibidos con escepticismo. Por supuesto que sería buena idea contar con un cuerpo cada vez más profesional y especializado de asesores parlamentarios, como en los poderes legislativos del mundo desarrollado. Pero eso significa dejar sin pega a socios y operadores. Significa perder el control sobre las platas. Significa iluminar una muy conveniente opacidad. Por lo anterior, es previsible que busquen bloquear la investigación mientras siguen cavando su propia tumba reputacional.

Hubo una vez un sitio web donde los porros iban a buscar trabajos ajenos para presentar como propios. Se llamaba el rincón del vago, pues reconocía humorísticamente las características del usuario promedio: flojo, displicente e improvisador. Son las mismas características que parece recompensar una parte del Congreso nacional.

Link: http://www.lun.com/Pages/NewsDetail.aspx?dt=2017-09-10&NewsID=381726&BodyID=0&PaginaId=15

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