LA TELESERIE DEL DISTRITO 10

por Cristóbal Bellolio (publicada en Las Últimas Noticias del 17 de agosto de 2017)

Circula una teoría curiosa: el joven diputado Giorgio Jackson habría bloqueado la candidatura parlamentaria del ex precandidato presidencial Alberto Mayol para no enfrentar competencia en su reelección. Es curiosa porque tiene poco fundamento. Jackson es una de las figuras políticas más populares del país. Me atrevería a vaticinar que gana caminando donde lo pongan. Lo que menos necesita es blindaje. Por lo demás, lo que Mayol quería era acompañar a Jackson en el distrito 10 para obtener un segundo escaño, nunca para amagar las pretensiones del favorito.

En castellano, Mayol buscaba ser arrastrado por los votos de Jackson. Para ello era reglamentariamente necesario competir en su mismo subpacto. En su derecho, Revolución Democrática se negó, pues ya tenía a sus candidatos acordados. Si Jackson blindó a alguien, fue a su correligionaria Natalia Castillo.

¿Debería el Frente Amplio haber acomodado su plantilla para hacerle un espacio a Mayol en el codiciado distrito 10? La respuesta no es fácil. No hay mala práctica en negarse. A fin de cuentas, RD se ajustó a sus procedimientos democráticos.

Es probable, sin embargo, que Alberto Mayol mereciera mejor trato. Sus socios advirtieron un cortocircuito ético en la forma en que Mayol desplegó su demanda electoral. Pero tienen con Mayol una deuda de gratitud: les posibilitó una primaria -para lucir la victoria de Beatriz Sánchez- y obtuvo una relevante cantidad de votos. Políticos más duchos habrían negociado una salida más civilizada.

Para estropear más las cosas, el FA acusó a Mayol de machismo en su comunicación con Natalia Castillo. Mayol le habló en forma directa y apelando a los códigos universales de la política. Quien quiera ver en aquello una forma de opresión sexista le hace un flaco favor al feminismo. Las mujeres en política no requieren un trato meloso ni zalamero. Sugerir aquello es banalizar la pretensión sustantiva de igualdad.

Finalmente, algunos se han aprovechado del episodio para cuestionar la promesa renovadora de la política que suponía el Frente Amplio. Pero es un error basal pensar que las nuevas generaciones adoptarán procedimientos enteramente distintos a los tradicionales. La renovación de la política no se trata de eso. Las dinámicas de poder no cambian. Lo que cambia es la capacidad de una determinada élite de conectarse con las experiencias históricas de su cohorte generacional, con sus hitos y sus épicas. Dicho de otra manera, la única renovación que importa tiene todo que ver con el carnet (aunque algunos sostengan lo contrario) y poco que ver con la moralidad irrestricta de los procederes. Lo segundo no tiene por qué cambiar y es injusto evaluar al FA por aquello, aunque en un arrebato de entusiasmo adolescente lo hayan prometido.

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