por Cristóbal Bellolio (publicada en revista Capital del viernes 10 de Junio de 2016)
El diputado gremialista José Antonio Kast no renunció solo. Junto a él abandonaron la UDI una veintena de dirigentes y mandos medios, entre los cuales destacan los nombres de Javier Leturia –uno de los fundadores del partido- y del historiador Gonzalo Rojas Sánchez. En una misiva circulada en las redes sociales, los ahora ex militantes del partido respaldan entusiastas la “valiente decisión” de Kast. La UDI ya no sería, según los signatarios, el lugar indicado para desplegar las ideas y valores de Jaime Guzmán. Luego hacen explícita su intención de confluir –junto a otros movimientos- en un nuevo proyecto político que sea capaz de conectarse con la narrativa originaria del gremialismo. Es decir, se van de la UDI pero amenazan con construir una plataforma alternativa.
Ningún lector de las columnas mercuriales de Gonzalo Rojas debería sorprenderse. Desde hace un buen tiempo a esta parte, Rojas utiliza su tribuna de los miércoles para plantear la posibilidad de engendrar una nueva criatura política. En marzo recién pasado, por ejemplo, preguntó si acaso no había llegado la hora de los auténticos conservadores para construir un partido propio. Hace falta un ideario, unas personas, una hoja de ruta y un anclaje histórico, precisó. Sobre las personas, vaya casualidad, mencionó a José Antonio Kast. Sus referentes históricos serían Manuel Montt, Manuel José Yrarrázaval, Jorge Prat y por supuesto Jaime Guzmán. Haciendo gala de su rol de estratega político, Rojas describe distintos caminos organizacionales. El ideario es lo de menos, dice. A fin de cuentas, los conservadores saben lo que quieren.
El papel de Rojas en la formación de innumerables cuadros gremialistas suele pasar bajo el radar, pero es tan intenso y comprometido como el que se atribuye a Carlos Ruiz en la izquierda universitaria. Ciertamente lleva más años en el oficio. Tuve la oportunidad de conocer a Rojas como su alumno en primer año de derecho en la Universidad Católica. A pesar de mis diferencias políticas con el personaje, sería deshonesto no considerarlo un gran profesor. En su sala de clases no aparece el polemista sino el académico. Entiendo que esto puede ser difícil de digerir. Hay personas que leen a Rojas –tal como leían a Hermógenes- sólo para iniciar el día con la cuota de indignación necesaria. Como fuere, también percibí la mano de Rojas cuando –un par de años después- varios de sus ayudantes levantaron una alternativa político-universitaria que le plantó cara al entonces invencible Movimiento Gremial de Casa Central. Por esas cosas de la vida, colaboré en su fundación. Pero mientras yo pensaba que trabajaba por un proyecto independiente de corte liberal, para el entorno de Rojas no era otra cosa que un llamado de atención al gremialismo para que reconectara con sus orígenes. Lo encabezaba, de hecho, un brillante estudiante numerario que tenía que retirarse de las reuniones nocturnas para recluirse tempranamente en la residencia de la Obra. Aunque dicho proyecto no terminó como Rojas quería, no se dio por vencido. Años después, dicen, contribuyó en la articulación intelectual de Solidaridad, otro movimiento escindido de la costilla del gremialismo. Son los mismos que luego fundaron IdeaPaís y a continuación su brazo político Construye Sociedad –que de hecho acaba de incorporarse a ChileVamos*.
Es decir, Rojas es un académico comprometido con la vida político-universitaria y nacional. Es un fraguador de movimientos, un agitador de las aguas, un promotor de las refundaciones. El patrón común de estas iniciativas es que giran en torno a recuperar algo así como la pureza doctrinaria del pensamiento guzmaniano. Ese parece ser, una vez más, el motor motivacional de la renuncia de su grupo a la UDI. Pero ahora que la piedra está lanzada, no puede esconder la mano. Rojas conoce bien el mapa de los nuevos movimientos y le interesa particularmente la confluencia de grupos conservadores y socialcristianos. Ahí estaría la semilla del gran proyecto que sueña para Chile.
Es inevitable preguntarse si un proyecto de estas características está a la derecha o a la izquierda de la UDI. En la mente de Rojas, creo, está a la derecha. Primero, porque sin necesidad de ser un partido confesional, pareciera que el nuevo referente tendría menos vergüenza en asumir su ethos religioso. Por eso J.A. Kast le resulta un líder potencialmente idóneo: entiende la política en un sentido casi misional. Segundo, porque Rojas no negocia a Pinochet. No sólo es su biógrafo más generoso, sino que ha trazado explícitamente la línea de pertenencia del nuevo partido: “A los mayores de 55 se nos debiera exigir lealtad; a los menores, respeto”. Así también lo entiende el alcalde Francisco De La Maza, quien sostuvo que “el pensamiento de los que se están yendo obviamente es mucho más pinochetista”.
He aquí la paradoja. El delfín de José Antonio Kast es Jaime Bellolio. Éste puja por una UDI menos integrista en la dimensión moral y menos pinochetista en su ligazón histórica. Kast dijo que se va porque los coroneles no aprenden a democratizar el poder. En ese sentido está alineado con el diputado Bellolio. Pero si la cruzada por la renovación generacional tiene éxito, la UDI posiblemente tomará un sabor aún menos apetecible para Gonzalo Rojas y su grupo. No queda entonces claro si Kast deja el partido de toda su vida para volcar su vocación de “servicio público” en un proyecto como el que promueve Gonzalo Rojas o si Gonzalo Rojas está aprovechando la oportunidad política que genera la renuncia de Kast para llevar agua a su molino –también de toda la vida.
Link: http://www.capital.cl/opinion/2016/06/09/130615-el-proyecto-rojas
* Cristián Stewart, miembro de Construye Sociedad, me señala que Gonzalo Rojas no tuvo participación en el nacimiento de Solidaridad. Rojas, me explica, está tan comprometido con la narrativa histórica del gremialismo, que difícilmente pudo alentar a su competencia electoral. Por otra parte, Solidaridad tendría una visión más política -menos gremialista en sentido estricto- del rol de la universidad, cuestión que también habría sido problemática para Rojas. Es una observación plausible y que viene de primera fuente.